martes, 7 de agosto de 2012

Cuando la oscuridad te cubre

Juro por lo que creáis que un día abriré los ojos y veré vida.


Me hallo  en una ciudad.Una ciudad en la que , aun llevando gran parte de mi vida, por no decir toda viviendo aquí, nunca conseguiré sentirme a gusto.
Me siento solo, vacío, sin nada que hacer ni que ofrecer. Es un pozo en el que estoy hundido desde tiempos inmemoriables. Donde no hay un rincón de luz y felicidad donde poder resguardarme. Donde día y noche tengo que esconderme de mis propios pensamientos. Donde las sensaciones no van más allá del malestar, y la vida se esconde en el momento en que la oscuridad nace. Una ciudad medieval de esas en cuyas calles sólo se encuentran casas viejas y obras inacabadas, dónde la media de edad de los habitantes es de unos sesenta años y los niños no salen a las calles porque sus madres son unas putas paranoicas empeñadas en que algún loco se topará con su niño y le hará, sabe Dios que. Donde las tiendas van cerrando consecutivamente y el alcalde es un maldito vago mentiroso que lo único que hace es joder y hartarse a vino en el bar de la esquina. Vamos, esa típica ciudad de mierda que no ocupa más que un puñado de calles, poblada por gilipollas que no hacen más que recorrerlas.
Y yo,camino solo. Las paredes de piedra me miran. Me miran y siguen, escondidas entre las sombras de la noche y las luces de las farolas viejas que cada día soporto ver al salir de casa. Siento presión. La presión de la oscuridad , que entorpece mis pasos y me hace sentir mareado, me desconcierta y hace que mis pies pesen cada vez más . Un aliento en la nuca que me hace asegurar a cada minuto y medio si no son las paredes únicamente quienes me siguen.
Entonces, comienzo a dudar.
Doy un paso y él da dos más. Me he asegurado. Las calles y yo, ya no estamos solos.
Acelero, tanto como para escapar del calor de su aliento en mi cuello.
 No hago más que torcer los ojos hacia atrás y difumina su silueta, la de un hombre delgado y alto dando zancadas cada vez más semejantes a las mías. No consigo colorear su cara.
Comienzo a ponerme nervioso
Vale,tranquilo tío, te acojonas por nada. Puede ser un simple caminante, como tú. Claro es eso. Son paranoias. ¿Qué pasa? ¿Ahora la gente no puede caminar por la calle? Estoy de la olla.
Después de tranquilizarme, miro hacia abajo, y observando mis queridos y rotos zapatos, me concentro en mi destino, en por qué había comenzado a caminar, para poder así olvidarme por completo de aquel             " hombre " con el que había compartido la decisión del propio camino. Y, joder, no me acuerdo.
No sé por qué estoy andando, no se a donde coño estoy yendo y así vuelvo al terreno del miedo, esta vez sumado a la desorientación y confusión de este viaje.
Vamos a ver, recorramos el día. Me levanté. Desayuné. Me duché. Ley. Dibujé un rato. Comí. Me senté en el sofá. Me acerqué a la cafetería. Volví a casa. Cené. Me metí en cama.. ¡Joder! ¿Qué coño es eso? Oh mierda... está corriendo, ¿Por qué corre? Se está acercando. No pasa nada, seguirá, pasará de largo...
De repente se ha frenado. Pero lo noto en los talones. Ha corrido para alcanzarme, pero no haré ningún gesto para que sepa que me he dado cuenta. Estoy acojonado y no puedo evitar que las rodillas me tiemblen lo impensable, es algo que no puedo disimular y temo que sé de cuenta y aproveche para atacarme sabiendo que me tiene bajo control. Puedo correr... sí, comenzar a correr y dejarle atrás,soy un tipo rápido, aunque me persiga no conseguirá alcanzarme...vamos.
Empiezo a correr sin darle un minuto más para que pueda agarrarme un brazo y darme la paliza de mi vida, matarme o yo que sé que mierdas. Pero el muy cabrón no ha dudado en perseguirme.
Y me temo haber dudado de su capacidad. Es rápido, jodidamente rápido. Ahora las calles son sus complices, pues cada vez las siento más estrechas, todo se me viene encima y para colmo comienza a llover.
Ojalá sea todo una puta pesadilla y esté en mi cama...sí, tiene que ser eso... es lo último que he hecho, estoy en mi cama y esto es solo un sueño, me despertaré y todo  estará bien.
No ,mierda ¡¿Qué estás diciendo tío?! ¡Esto es la realidad, la maldita realidad! ¡Te cogerá y te matará! ¡Estás perdido!


Cuando grité aquello ya estaba en el suelo. Sentí silencio y un charco formado por la espesa lluvia de aquella noche contorneaba mi espalda. Abrí los ojos, y me volví a ver envuelto en esa fría noche, en el mismo callejón de mala muerte con las mismas putas paredes de piedra. La lluvia había cesado ya.
Entonces me levante. Me coloqué bien la chaqueta y sacudí la cabeza liberándome del agua restante que ahogaba mi cabeza e ideas. Miré hacia delante y me topé con el escaparate de una sucia tienda de lencería, de esas en los que los carteles están descoloridos y lo protagonizan modelos gordas y desconocidas, con maniquíes desvestidos y sujetadores de hace cincuenta años. Pero me concentré en lo que aquel cristal que reflejaba y me di cuenta, de que, a veces, tu peor enemigo, eres tú mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario