domingo, 16 de diciembre de 2012

Pertenencias.



Últimamente me he reventado la cabeza al pensar a golpes.

Y he llegado a la conclusión de que luego voy a negarlo todo.
Recopilé instantes de mi pasado y persona. Y,vi que cuando me doy cuenta de que empiezo a ser quien quiero, huyo de mi misma, escapo de la meta, y me aferro a alguien o a algo que me haga sentir más humana.
 Es el simple hecho de rozar con los dedos lo soñado, para que la inseguridad sea capaz de ahorcarte con incontables dudas.
¿Lo estás haciendo bien?
Y la autodestrucción tacha todo lo conseguido hasta el momento.
Comienzas a ver una mancha y no te centras en nada más, no ves que a su al rededor hay un centenar de manos que prometen ayudarte. No, no las ves. Y la mancha se extiende hasta el punto de encontrarte en un nada inmenso.
Ya no eres tú mismo, porque te acabas de ensuciar por dentro.
Y decides comenzar de nuevo.
Lo borras todo, escondes esas dudas, pero nunca se van y te ves envuelto en ese círculo de caos.
Pero en el caos siempre encuentras algo.
 Ese miserable ser que se muere por sentirse vivo.
Quieres ayudarle, quieres enseñarle que hay algo detrás de esa mancha, que nadie nunca está solo. Entonces te olvidas del lazo de pesimismo que te une con aquella persona vacía.
 Y terminas por llenarla.
Al final te das cuenta de algo. Algo que siempre negaste, evitaste.
Que las personas nos necesitamos.
Y es esa persona quien en realidad te ha llenado a ti.
Nos pertenecemos a nosotros mismos, pero necesitamos un poco de los demás.
A veces quiero depender de alguien.


Y a veces lo hago.



No hay comentarios:

Publicar un comentario